Yac Meit ( Jaque Mate )

Lentamente, comenzó a caminar esos 15 pasos que le iluminaban el adiós.
Cada paso, prisión celeste de un recuerdo, cada huella una estación sin polvo de nostalgias ni mecanismos de tortura.
A sus pies, rodó su primera pelota de cuero, junto con la gloria de un gol que su padre no quiso atajar.
El descubrimiento de su sexualidad, que se anunció con una pobre explosión desamparada.
Ese fue un paso dudoso que su adolescencia llenó de gozosos misterios… la primera novia, de la que recordaba sus pechos, extravagantes como sonrisa chueca, pero lindos… enormemente lindos.
El día de su casamiento avanzó con paso seguro, como los latidos gladiadores de sus tres hijos guerreros, paridos para ser felinos de siete vidas.
Que ahora entendía, porque a cada huella una estación, en donde le tocaba pagar siempre boleto de vida
Se sentía extraño, avanzaba abrazado a la serenidad y al placer… pero la culpa comenzó a dejarlo por dentro, desde los pies, pues cada paso lo obligaba a perderse en el vientre de otra dama, con modales de hechicera y aliento de otro mundo
Cruzó el zaguán… con la mirada estaqueada al piso disfrazado de arlequín
Baldosa a baldosa, paso a paso, el pasado palpitaba en un corazón que ya no era suyo.
Una neblina de desolación se coló en su piel gritando amargura en sus pulmones… ya sin aire, reaccionó con una duda profunda y perdida en el temblor de sus manos.
Umbral adentro… su esposa, sus hijos, su cuerpo, su vida…
DE FRENTE… ELLA… majestuosa, sensual, eterna, deliciosamente turbia… como el pecado de buscar… en sus labios, un beso, que lo lleve eternamente al paraíso