Nosotros te lo advertimos hace casi tres años...

Ahora, también las grandes estrellas de la farándula de la República Surrealista de Argentongo han entendido la importancia de nuestro mensaje y se han hecho eco de nuestra desértica prédica, a la que muchos veían con una estúpida sonrisa mientras decían - codeando a sus amigos -: Oia, se le vé el pito al burro!.
A lo mejor quien te dice en una de esas los nuevos lectores -porque a los viejos ya les enfermamos la cabeza hasta que lo asimilaron - de Cámara Gessell le den más bola a Mirta Wons por ser más gorda que nuestra Gorda Gladys, o a Gastón Pauls porque su tratamiento capilar es visiblemente más exitoso que el de Macedonio, o al negro Palomino por ser más ganador con las minitas que Barrufa, o a Raúl Taibo por ser más esquivo que nuestro ruso Goldstein...

sábado, septiembre 08, 2007

Me parece que estuve... ¿¡arriba!?

Los más tenaces lectores de este blog, ya se han dado cuenta que lo que intentamos hacer es convertir cada nota en nodo de una intrincada red de historias y personajes que se relacionan, aunque no siempre linealmente, unos con otros. Esta idea no es nueva... ni nuestra, pero en tiempos donde, así como alguna vez lo fuera la pnemotecnia, la hipertextualidad se plantea claramente como el paradigma de acceso y estructuración de conocimientos preponderante, no resulta descabellado dejar establecidos algunos nodos valiéndonos, una vez más, de la claridad conceptual y belleza literaria de Edwin Abbott. Abbott, un estudioso de Shakespeare que vivió en la época victoriana, se puso una vez a pensar en la siempre conflictiva cuestión de los “marcos de referencia privilegiados”, tal vez no haya sido ese el disparador de sus pensamientos, puesto que se trataba de un literato, pero aquellos que somos asiduos navegantes del “universo” de los matemáticos sabemos que, en definitiva, se trate de la discusión sobre cuáles y cuántas son las dimensiones físicas posibles, o se trate de disquisiciones de corte filosófico (las que incluyen por supuesto a la teoría política), la posición desde la cual observamos la realidad, o desde la que conjeturamos sobre ella, junto a todos los elementos, léase herramientas con que nos asistimos, constituye nuestro marco de referencia. Cuando ese marco de referencia, esa posición desde la cual observamos el mundo, es unívocamente diferente, esto es, “escapa” a las posibles posiciones a adoptar por otros observadores, lo estaremos haciendo desde un marco de referencia “privilegiado”.

¿Por qué, a estas horas de la madrugada, te estoy contando todo esto?...

Siguiendo a don Edwin, imaginemos que vivimos en un país extraño, al que llamaremos Flatland, donde todos somos perfectamente planos. Algunos somos cuadrados, algunos son triángulos, algunos tienen formas más complejas. Entramos y salimos muy atareados de nuestros edificios planos, ocupados en nuestros negocios y nuestras diversiones planas. Todo el mundo en Flatland tiene ancho y longitud, pero carece de altura. Conocemos la derecha–izquierda y el delante-atrás, pero no tenemos ni idea, ni pizca de comprensión del arriba-abajo. Pero los matemáticos planos sí lo entienden. Ellos nos dicen: “todo es muy fácil. Imaginen el derecha-izquierda. Imaginen el delante-atrás. ¿Sí?. Imaginen ahora otra dimensión que forma ángulo recto con las otras dos.”
Y nosotros decimos: “¿Pero de qué nos hablas?. Sólo hay dos dimensiones. Enséñanos esta tercera dimensión. ¿Dónde está?. Y los matemáticos, desanimados, se van. Nadie escucha a los matemáticos...


Todo ser plano de Flatland ve a otro cuadrado como un corto segmento de línea, el lado del cuadrado que está más cerca de él. Para poder ver el otro lado del cuadrado ha de dar un corto paseo. Pero el interior del cuadrado permanece eternamente misterioso, a no ser que un terrible accidente o una autopsia rompa los lados y deje expuestas las partes interiores.

Un día un ser tridimensional, por ejemplo en forma de pera, llega a Flatland y se queda mirándolo desde arriba. Al ver que un cuadrado especialmente atractivo y de aire sociable entra en su casa plana, la pera decide, en un gesto de amistad interdimensional, saludarlo... “¿Cómo estás?” , le dice el visitante de la tercera dimensión. “soy un visitante de la tercera dimensión”. El pobre cuadrado mira por toda su casa que está cerrada y no ve a nadie. Peor todavía: se imagina que el saludo que entra desde arriba es una emanación de su propio cuerpo plano, una voz de su interior. La familia siempre ha estado algo “tocada”, piensa quizás para darse ánimos.

La pera, exasperada al ver que la toman por una aberración psicológica, desciende a Flatland. Pero un ser tridimensional sólo puede existir parcialmente en Flatland, sólo puede verse una sección de él, sólo los puntos en contacto con la superficie plana de Flatland. Una pera deslizándose por Flatland aparecería primero como un punto y luego como rodajas cada vez mayores y aproximadamente circulares. El cuadrado ve que aparece un punto en una habitación cerrada de su mundo bidimensional que crece lentamente hasta formar casi un círculo. Un ser de forma extraña y cambiante ha surgido de la nada...

La pera, desairada, irritada por lo obtuso de los muy planos da un golpe al cuadrado y lo proyecta por los aires revoloteando y dando vueltas por esta misteriosa tercera dimensión. Al principio el cuadrado es incapaz de entender lo que está sucediendo: es algo que escapa totalmente a su experiencia. Pero al final se da cuenta de que está viendo Flatland desde una perspectiva especial: desde “arriba”. Puede ver el interior de habitaciones cerradas. Puede ver el interior de sus congéneres planos. Está contemplando su universo desde una perspectiva única y arrolladora. El viaje por otra dimensión ofrece como una ventaja adicional una especie de visión con rayos X. Al final nuestro cuadrado desciende lentamente como una hoja que cae. Desde el punto de vista de sus compañeros de Flatland desapareció inexplicablemente de una habitación cerrada y luego se materializó penosamente de la nada. “Por Dios”, le dicen, “¿qué te ha pasado?” “Me parece”, contesta él mecánicamente, “que estuve arriba”. Le dan unos golpecitos en los costados y lo consuelan. La familia siempre tuvo visiones...

A veces, como -a primera vista- en éste caso, no parece verificarse el Principio de Circularidad que debe ser característica de toda estructura hipertextual bien constituida, pero la conexión existe... es sólo cuestión de elegir la perspectiva adecuada, de abandonar los preconceptos, y aventurarse en el descubrimiento del interior de aquellos con los que nos ha tocado en suerte compartir ésta dimensión espacio-temporal...

Buenos Nochas, Mein Froinds!.


Macedonio.

P:D: Un último acertijo, ¿Cómo se llama el disco que estaba escuchando al escribir esta nota?. Si lees atentamente, notarás que las pistas saltan a la vista como el cuadrado personaje de nuestra historia de hoy... El ganador no se lleva nada... si fuera ganadora, en fin, algo se nos ocurrirá...

5 comentarios:

Unknown dijo...

Pelado, chiflado, calentado (¿qué otro premio podría ocurrirsete si solo pensas en las feminas?)
Habrás leido el libro de Paenza donde figura un cuentito: una princesa decide otorgar su mano al hombre que la sorprenda; miles de ellos hacen maravillas sin lograr conmoverla. El último llega y le regala un par de anteojos; la princesa se los pone, sonríe, se deslumbra y le otorga su mano.
Por fin ha visto el mundo. El problema es que tu cuadrado no se anima a reconocerlo y la pobre pera no termina de encjar en un lugar donde no hay lugar. De música solo escucho. Buen finde.

Macedonio Strangiatto dijo...

Fernando, vayan algunas consideraciones conjuradas por el efecto de tus palabras:
En primer lugar, una gran "amiga" me enseñó, hace muchos muchos años, que tratándose de féminas a veces es mejor no pensar, ya que si uno abunda en cogitaciones lo más probable es que se pierda de cometer el esperado error de imprenta...
En segundo lugar, no me queda más que darle la razón a los eternamente atribulados matemáticos, puesto que si nos paramos desde nuestra habitualidad tridimensional, efectivamente tendremos la impresión de la pobre Pera, en cuanto a que en un plano bidimensional no hay lugar para nosotros... aunque de modo estrictamente geométrico ese lugar exista, más allá de que ello implique acostumbrarnos a tener que convertirnos en una representación parcial de nosotros mismos, una especie, si se quiere, de proyección cenital... la sombra, a eterno mezzogiorno, de lo que alguna vez fuimos... Pero estábamos considerando el "no lugar", y, para que esta situación nos sea aplicable, al menos en términos geométricos, deberíamos tener la valentía de llevar a cabo un ejercicio de humildad extrema y resignar también nuestra condición bidimensional, a fin de convertirnos en esas criaturas infinitamente pequeñas, unidimensionales, inubicables e inasibles que son los puntos. ¿Será por eso que, a fin de cuentas, estamos condenados a vivir en el Límite tendiendo a cero de la Conciencia del Ser?.

Macedonio Strangiatto dijo...

Respecto al acertijo, he de insistir en que, afinando el ojo, la cuestión es sencilla: Tres señores canadienses, muy apresurados ellos, cayeron en la cuenta de la eterna disputa entre el hemisferio izquierdo, Apolo, completamente racional él, en tanto expresión de la libido cognoscendi, y el hemisferio derecho, Dionisos, su pasional opositor, en tanto expresión de la libido sentiendi. Como en los '70s era costumbre componer álbumes "conceptuales" ellos no tenían por qué ser la excepción. La crónica de aquella batalla nos llevó, en un flagrante ejercicio de autoindulgencia hipertextual, al recuerdo del muy victoriano Reverendo Edwin Abbott y sus geométricas racionalidades didácticas...El acertijo?, no fue más que una excusa para invitar a la fiesta a nuestro buen amigo Dionisos... y su siempre loable costumbre de visitarnos con un buen tinto bajo el brazo.

Anónimo dijo...

Sólo por arriesgar, que desde un punto, es ganar.

Dark Side of de Moon. Pink Floyd.

no se si escape de mi subjetividad.

Un abrazo.

Diegot

Macedonio Strangiatto dijo...

Qué buen discooo!!!!. Pero no es Dark Side of the Moon, Diegot.Aún cuando más de una vez, la mayoría diría yo, puedas sorprenderme escuchando a Floyd.
Te digo el nombre ahora o seguimos este juego de adivinanzas?. Recordá las pistas: 3 señores canadienses, muy apresurados ellos,preguntándose cosas sobre lo que ocurre de uno y otro lado de la corteza cerebral...